¡Consume leche fermentada y equilibra tu microbiota intestinal!
Todos lo hemos experimentado alguna vez: cuando nos enamoramos, sentimos mariposas en el estómago y antes de un evento importante los nervios pueden provocarnos un buen dolor de barriga. Si tenemos mucha hambre, estamos de un humor de perros y, en cambio, nos basta saborear nuestro plato preferido para que nos embargue una placentera sensación de bienestar y se nos dibuje una sonrisa.
El intestino desempeña un papel crucial en nuestro bienestar emocional y también físico. Está en comunicación continua con el cerebro, sobre todo, y con el resto del organismo.
En ese diálogo constante tiene un rol estrella la microbiota intestinal, conjunto formado por casi 39 billones -con b- de microorganismos que pueblan nuestro colon, considerada un órgano más de nuestro cuerpo. Son sobre todo bacterias, aunque también hay virus, hongos, arqueas y levaduras. Los científicos hace tan solo unos 20 años que han podido comenzar a investigar esta comunidad de okupas que alojamos y están descubriendo que tiene una influencia fundamental sobre nuestra salud general y, sobre todo, la digestiva.
¿Qué funciones realiza la microbiota en el organismo?
La microbiota intestinal cumple funciones esenciales para la vida humana:
- Nos ayuda a digerir los alimentos, sobre todo aquellos ricos en fibra alimentaria, como las verduras, las frutas, las legumbres, y a extraer el último ápice de energía de ellos.
- Fabrica vitaminas esenciales, como la K, la B12 y la B9, lo que, junto con la dieta, nos ayuda a alcanzar los requerimientos diarios necesarios.
- Produce aminoácidos, que son los componentes esenciales de las proteínas.
- Facilita la absorción de minerales, como el magnesio, el calcio o el hierro.
- Nos protege de toxinas, actuando como una especie de escudo protector.
- Transforman la fibra, a partir de un proceso de fermentación, en moléculas muy valiosas y beneficiosas para nuestra salud, los ácidos grasos de cadena corta, que tienen efectos antioxidantes, antiinflamatorios y nos protegen del sobrepeso; nos ayudan a regular el colesterol y a fabricar neurotransmisores como la serotonina, cruciales para nuestro estado de ánimo.
Cómo cuidar nuestra microbiota intestinal
Tener una microbiota intestinal saludable es clave para gozar de una buena salud global. Desequilibrios en esta comunidad de microorganismos se asocian a molestias y dolencias digestivas las más habituales, como el síndrome del intestino irritable o el estreñimiento. Un estudio reciente difundido por la Sociedad Española de microbiota, probióticos y prebióticos señalaba que dos de cada 10 adultos padecen de manera regular molestias digestivas, como hinchazón abdominal o exceso de gases, que tienen un impacto sobre su calidad de vida.
Lo mismo ocurre con la salud mental. Cada vez hay más evidencia científica acerca del impacto que tienen la microbiota intestinal en el bienestar emocional y psicológico. Estudios recientes han podido constatar que existe una relación entre desequilibrios en nuestra comunidad de microorganismos y nuestro sentido emocional. Afectando ambos tipos de problemas, tanto los digestivos como los emocionales, tanto a hombres como a mujeres.
En este sentido, la alimentación es una herramienta sumamente poderosa para cuidar de nuestros microorganismos intestinales, para que ellas, y que ellos, a su vez, cuiden de nosotros. Para empezar, se ha visto que la mejor dieta para aportar a las bacterias toda la fibra y nutrientes que necesitan es incluir en ella leches fermentadas, por su elevado consumo y por la cantidad de probióticos que podemos encontrar en ellas. Asimismo, Mincluir fibra también es un gran aliado para equilibrar la microbiota ya que, contiene prebióticos, sustancias orgánicas que alimentan a los probióticos. Una buena dieta para seguir sería la mediterránea.
Junto con los alimentos ricos en fibra, los alimentos fermentados y los probióticos son la otra valiosa herramienta que tenemos a nuestro alcance para cuidar de nuestra salud intestinal. La fermentación es una de las formas de conservación de los alimentos más antiguas y saludables de la humanidad, así como una forma inmejorable de ingerir millones de bacterias vivas y de enriquecer nuestra comunidad de microorganismos intestinales. Desde las leches fermentadas, como el yogur o el kéfir, a los quesos de pastor o las olivas mediterráneas, la kombucha o el chucrut.
El consumo habitual de alimentos fermentado se asocia a beneficios para la salud. Este motivo de mayor bienestar va ligado a algunas de las bacterias vivas que contienen esas leches fermentadas, como los lactobacilos o las bifidobacterias, microorganismos que han demostrado ser beneficiosos, por lo que se denominan probióticos.
El consumo de este tipo de lácteos ha demostrado que contribuye a equilibrar la microbiota intestinal. No obstante, para que los probióticos sean eficaces hay que quedarse con tres mensajes clave:
- Cuanto más diversa sea tu microbiota, mejor, por eso es importante consumir probióticos.
- Para que los probióticos tengan un efecto en tu microbiota, tienen que llegar vivos hasta el colon.
- La fibra es fundamental para que los probióticos se sientan confortables en tu microbiota y se reproduzcan.
Así pues, una alimentación rica en fibra y probióticos, como los yogures y otras leches fermentadas, sumada a un estilo de vida saludable, son nuestro mayor aliado para equilibrar nuestra microbiota intestinal y contribuir a nuestro bienestar global a cualquier edad.